En el poema que nunca escribo no paro de darme las gracias.
El poema que nunca me dedico encierra todo lo que soy
lo que escribo y no comparto
lo que sueño desde los 6 años y sigo luchando.
Lo guapa que estoy cuando me empodero
y también cuando estoy triste y no lo recuerdo.
En las palabras que nunca me digo
podrían estar
por ejemplo
qué bella estás hasta cuando no te quieres,
porque lo que tienes no es una cuestión de elección personal.
Y no sabes lo que tienes porque ignoras que es real,
por eso crees que no te ves
por eso a veces te faltas al respeto cuando crees que te estás amando
y te proclamas libre mientras cierras la jaula
la que tú creaste
la que sólo tú puedes destruir
la que no has dejado de romper y reconstruir
Phármakos o Isabel
cuál es la diferencia
por el miedo a salir y quedarte sin vuelo
por las veces que has volado y tuviste que perder el nido
despedirte de aquel árbol que era escudo
de los gusanos que te comiste
los que has dejado por el camino
perdonavidas, que es lo que eres.
Por eso sentenciarte te parece lo justo
lo que hay que hacer cuando la conciencia arrecia
cuando te das cuenta de que hay que darse cuenta
y de que hay que hacer por los que no se dan cuenta
pero chica, que no vas a salvar al mundo
no vas a salvar a nadie
aunque te llamen salvavidas.
Aprendiste a nadar con 5 años
pero no hay terapia que cure el pánico que te produce tirarte a una piscina
porque aún no te han dicho
que lo que tiene que estar lleno eres tú
no un rectángulo de cemento y gresite
y mira que lo sabes
pero no eres capaz de dedicarte ni un sólo poema
por eso te acabas encerrando
y crees que necesitas la llave que perdiste para poder salir.
Pero es que la llave siempre has sido tú.
No se te ocurra volver a dejarte fuera.